Capítulo
tres
Jesús caminó entre la pecadores
Cuando yo pienso sobre el ministerio
en las calles, yo pienso en el ministerio de Jesús y cuántas veces El ministró
en las calles. Cuando yo leo el Nuevo Testamento yo puedo ver cómo Jesús anduvo
en medio los pecadores y necesitados. El iba a los pueblos y a las aldeas y visitaba de casa en
casa. Aun Su muerte fue pública, El fue colgado en una cruz en lo alto de una
montaña. Después de mucho tiempo de estar compartiendo el evangelio en las
calles con la gente, el evangelio se ha tornado más significativo para mi. Me
emociona ver a Cristo en el evangelio como una persona que desarrolló Su
ministerio en las calles de la ciudad donde El vivía y caminando en medio de Su
gente.
Lucas 15
2 ”Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:
Este a los pecadores recibe, y con ellos come”.
Jesús vivió entre Su pueblo y
compartió Su vida con ellos. El lloró con ellos; El los tocó con compasión para
librarlos de sus sufrimientos; y el extendió Sus manos para compartir el amor
con Su pueblo. Nosotros debemos hacer lo mismo y permitirle a El mostrar su
amor a través nuestro para que muchos puedan ser alcanzados.
Esta es mi esperanza y llamamiento
de seguir a Cristo y ser Su testigo en las calles y compartir como El lo hizo
con toda la gente. Yo recuerdo a mucha gente que he conocido en las
calles. Muchos de ellos estaban sin Cristo y sin esperanza. Yo
recuerdo una tarde estando en Tulsa, Oklahoma en la vereda de una tienda, le
daba testimonio con la gente que pasaba por el lugar. Muchos vinieron a Cristo
aquel día a medida que yo hablaba con cada uno de los que pasaban. Un
hombre que parecía alguien que dormía en la calle se acercó, y se
sentó al otro lado de un estacionamiento y miraba como yo ministraba a la
gente. El tenía una mochila y ropa muy sencilla. El caminó hacía a mí y dijo:
“¿Es mi turno ahora?” Cuando oí esas palabras mi corazón se estremeció y fui
movido a misericordia por él. La presencia de Cristo era tan real
como yo estaba de pie en ese lugar. Yo quería por sobre todas las cosas ver que
Dios tocaba a ese hombre. El me contó que era adicto a la cocaína y que quería
ser libre. El iba de camino a un albergue transitorio para pasar la noche
cuando me vio a mi ministrando a la gente. Todo lo que él tenía estaba en
esa mochila. El vino a Cristo y en ese mismo día Dios lo hizo libre de su
adicción. Me emocionó mucho el hecho de estar allí ese día y guiar a ese hombre
a entregarse a Cristo. Le agradezco a Dios por la oportunidad que me da de
ministrar a Su gente. Yo siempre recordaré cómo este hombre encontró esperanza
en una calle de Tulsa. ¡A Dios sea toda la Gloria!
Lucas 15
7 ”Os digo que así habrá más gozo en el cielo por
un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan
de arrepentimiento”
Muchas veces la gente falla en ver
las pequeñas cosas que Dios quiere que hagamos. Yo siento que Dios está
esperando que nosotros nos movamos hacia Su gente. El no necesita mucho si pudo
usarme para ministrar a ese hombre. Me pareció tan raro que este hombre me
preguntará si era su turno. Evidentemente el corazón de este hombre estaba
lleno de fe, aunque en ese momento yo me pregunta si Dios lo liberaría de esa
adicción a la cocaína. Sólo necesitaba que yo estableciera una relación
con él para guiarlo hacia el Único que le podía dar liberar y salvación.
Yo me encontraba en medio de un milagro de fe ayudando a esa persona a ser
libre de los efectos del pecado. Me di cuenta que todo lo que Dios necesitaba
aquel día, era que yo estuviese dispuesto a orar por alguien para que se
completara el trabajo de Dios en su corazón.
Me recuerda al hombre que estaba en
un lugar inusual cuando Jesús pasaba por allí. Su nombre era Zaqueo, quien era
un cobrador de impuestos. Zaqueo estaba trepado en un árbol en la ruta por donde
Jesús pasaba. Aquel día Jesús lo vio y le dijo que quería ir a su casa. En las
Escrituras nosotros podemos ver el ministerio personal de Jesús.
Lucas 19
1 ”Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando
por la ciudad.
2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era
jefe de los publicanos, y rico,
3 procuraba ver quien era Jesús; pero no podía a
causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.
4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro
para verle; porque había de pasar por allí.
5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia
arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa , desciende, porque hoy es
necesario que pose yo en tu casa.
6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió
gozoso.
7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había
entrado a posar con un hombre pecador.
En el versículo 7, nosotros podemos
ver que Jesús fue criticado por estar con pecadores. Ellos no se sintieron
amenazados por quien era Jesús sino por lo que estaba haciendo. Usted también
podrá experimentar persecución de los religioso como yo tengo de algunos.
Nuestra respuesta debe ser sincera. Yo me asombro cada vez que la gente me
pregunta por qué yo estoy ministrando en las calles. Algunos dicen que no es
bueno guiar a las personas a Cristo en las calles. Otros que es inútil, ya que
ellos nunca vendrán a la iglesia. Yo les digo que Dios me llamó a salir a las
calles, y caminar entre la gente para ministrarles, y yo debo hacerlo. Nosotros
debemos ser capaces de llevar el mensaje del evangelio fuera de las cuatro
paredes del templo a dónde la gente realmente está.
Romanos 10
14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique?
15 ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviado? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la
paz, de los que anuncian buenas nuevas!
Jesús quiere caminar entre la gente
y espera que alguien quiera salir en Su nombre. ¿Quiere hacerlo usted?
Jesús llamó a muchos a seguirlo y
les mostró Su vida como ejemplo. Era Su esperanza que respaldaba Su mensaje al
mundo. Escogió primero a simples pescadores. Y luego llamó a otros también
para que llevaran Su mensaje. El Nuevo Testamento llama apóstoles a quienes
aceptaron Su llamado. Jesús escogió a simples personas como usted y yo. Lo
que hizo diferentes a estos hombre fue la elección que hicieron de seguir a
Cristo.
Mateo 4
18 ”Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a
dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en
el mar; porque eran pescadores.
19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres.
20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le
siguieron.
Pedro y Andrés fueron los primeros
llamados a seguir a Jesús. El mensaje de seguirlo era la condición para
recibirlo. Nosotros debemos ser seguidores de Jesucristo. Para compartir su
amor, primero debemos experimentar Su amor. También, ellos fueron
entrenados por Jesús. El dijo: "Y los haré pescadores de
hombres". Yo interpreto que este versículo dice que si lo siguen, Jesús
les enseñará evangelismo personal. No hay dudas que es el evangelismo personal
la forma en que Cristo espera que su mensaje sea compartido con el mundo.
Podemos ver en el siguiente pasaje que Jesús comisionó a Pablo para que
ministrara a toda la gente. Nosotros debemos ser capaces de aceptar el
mismo llamamiento.
Hechos 20
18 “Cuando vinieron a él , les dijo:
Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el
primer día que entré en Asia.
19 Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas
lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos :
20 Y como nada que fuese útil he rehuido de
anunciaron y enseñaros, públicamente y por las casas”.
Mi esposa y yo fuimos con otros 20
creyentes en un viaje. Yo especialmente disfrutaba cada parada que hacíamos
durante el viaje. Cada vez que parábamos, yo tenía una nueva oportunidad de
llevar a alguien a Cristo. Fue maravilloso ver como Dios transformaba
vidas en cada pueblo que visitamos. Algunos dicen que la cosecha es aquí y
otros dicen que la cosecha es allí. Yo digo que el campo para cosechar es el
mundo y siempre estamos en tiempo de cosechar. Por donde quiera que
vayamos hay vidas esperando que alguien les hable de Cristo. Dios quiere dar a
conocer Su amor por medio nuestro.
Juan 4
34 “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad
del que me envió, y que acabe su obra.
35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses
para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los
campos, porque ya están blancos para la siega.
Nuestro ómnibus paró para cargar
gasolina y nosotros fuimos a una tienda. Mi esposa y yo estábamos en la caja
para pagar y a nuestro lado había un hombre parado y estaba siendo muy rudo con
nosotros. El estaba apoyado sobre un bolso cuando mi esposa abrió su
billetera para pagar la comida. De repente el se rió del nombre en mi camisa de
“Ministerios de misericordia en la calle”. El se burló y dijo: "Ustedes
deberían pagar mi cerveza". Según los parámetros del mundo este hombre era
alguien sin valor. No obstante, Dios piensa diferente, por tal motivo me pidió
que lo esperara afuera y le hablara. Yo sentía más compasión por su alma que
amargura por su rudeza.
Juan 3
16 ”Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna”.
Cuando yo salí, otro hombre se
disculpó por la mala conducta de su amigo. Yo le pregunté a este joven si el
conocía a Cristo, y el me respondió que si. Entonces el hombre que nos había
atacado salió de la tienda. Y yo me dirigí a él y puse mi brazo sobre su hombro
y le dije que Dios lo amaba y que quería que yo se lo dijera. En ese
momento el sintió el amor de Dios. Yo comencé a hablarle de Cristo y del
evangelio, y el dijo que no era creyente y que estaba seguro de ir al infierno
si llegaba a morir esa noche. Yo sentí que Dios ya había tocado su corazón,
mucho antes de que yo lo hiciera recibir a Cristo. Cuando oramos juntos para
recibir a Cristo, el continuó con una oración para renunciar a Satanás y a
todas las cosas en su vida que lo ataban.
Cuando el abrió sus ojos pudo ver
todo diferente. El aceptó a Cristo como su Salvador y fue libre de su
pasado. Cuando yo me preparaba para irme, intenté sacar mi mano de su hombro,
el tomó mi mano y no me dejaba ir. El fue totalmente cambiado y parecía ser una
nueva persona. El puso su mano sobre la mía y me preguntó sobre qué tenía que
hacer con el resto de su vida y qué debía hacer con la cerveza que había
dejado en el mostrador de la tienda. El no se quería separar de mí. Yo puse mi
otra mano sobre su corazón y le dije: “permítame orar por usted". Yo
ore y le pedí a Dios que lo guardara y le permitiera ser libre de su pasado. La
presencia de Dios fue tan real que pareció tocarlo a él de nuevo. El hombre
soltó mi mano y puso sus manos sobre su corazón. El dijo que nunca había
sentido algo así antes. El había experimentado la presencia de Dios por primera
vez en su vida. El supo que el Espíritu Santo de Dios lo estaba visitando. El
continuo con sus manos en el corazón y ambos nos mantuvimos en la presencia de
Dios. Todos ya había subido al ómnibus y estaban muy atentos de lo que estaba
sucediendo con nosotros. El hombre llorando dijo: "Usted no puede
irse ahora. Usted no puede irse ahora". El quería saber dónde podía
ubicarme de nuevo y si era posible que yo volviera a verlo otra vez y tenía
muchas otras preguntas. Yo le expliqué lo que significaba la presencia del
Espíritu Santo y que Dios lo amaba tanto que nunca lo dejaría solo. Le regale
una Biblia y le dije que podía encontrar a Dios todos los días leyéndola. El
preguntó: "¿Qué sucede si hay cosas que no entiendo?" Le contesté,
"Usted puede ir a una iglesia evangélica y seguramente que allí encontrará
a alguien que lo podrá ayudar". Entonces el dijo: "Yo no sé adónde
ir”. Inmediatamente busqué a su joven amigo y le pedí por favor que lo guiará a
una iglesia para encontrar a alguien que lo ayude en su nueva vida. Este
joven dijo: “Descuide, yo lo haré”. El podía ver cómo Dios había tocado a su
amigo.
Fue muy duro para mí dejar a este
hombre. El me siguió hacia el ómnibus y seguía tomando mi camisa. Yo nunca me
olvidaré ese momento. Era el amor de Dios lo que él estaba sintiendo. Mucha
gente en este mundo nunca conocerá de la paz y el amor de Dios a menos que
extendamos nuestros corazones y manos para alcanzarlos con el evangelio.
Jesús no habría podido salvar al
mundo a menos que no haya caminado entre la gente. El comenzó su plan de
evangelismo personal mostrando su ejemplo a unos pocos, que luego lo harían con
multitudes. Cuando yo comencé en mi pueblo mi ministerio de evangelización en
las calles, yo me paré fuera de mi auto y en unos pocos momentos mucha gente
había recibido a Cristo. El Señor me habló y me dijo que yo debía sacar la
iglesia a la calle y a las pocas semanas yo ya había entrenado a cuarenta
personas de mi iglesia y con ellos salíamos a testificar a la calle. Con más
testigos en las calles nosotros pudimos ver a más personas recibir a Cristo. Yo
tuve confirmación de que ese era mi ministerio y el Señor me dijo: “Quiero que
tu enseñes esto a las iglesias”.
A los pocos días una iglesia
averiguó sobre nuestro trabajo y vinieron a preguntarme como lo hacíamos.
En un periodo de varios meses tuvimos más de cuatrocientos personas
salvas y ya habíamos golpeado en casi todas las puertas de nuestro
pueblo. Iglesia tras iglesia me contactaban y me pedían que yo entrenara a
muchos en el evangelismo personal. Una vez mas yo tenia confirmación de que ese
era mi único llamamiento.
El Señor me habló y me dijo:
"Te llamo para el mundo". Por primera vez en mi vida yo no sabía que
hacer. Este era el más grande llamamiento que yo jamás había recibido. Con el
paso de los años yo he guiado a miles de personas a Cristo y he entrenado a
cientos en el evangelismo personal. Yo no sabía todavía cuál sería el próximo
paso al que Dios me estaba llamando, hasta que mi amigo Arthur Blessitt me
llamó. Un hombre que había cargado la cruz por todo el mundo y por todas las
naciones. El me contó lo que Dios le dijo. El me buscaba para poner mis
materiales en Internet y poder entrenar al mundo en el evangelismo. Yo sabía
que esto era posible. Esto es lo que Dios quería que yo hiciera. Confieso que
algunas veces yo pensé hacer esto, pero primero quería compartir mi enseñanzas
en las iglesias. Yo tenía la habilidad y el conocimiento para compartir
estas enseñanzas por Internet y no había obedecido el llamado. Ahora yo me
siento orgulloso de haber sido obediente y poder transmitir este mensaje al
mundo. Gracias Dios por los amigos cristianos que pueden ayudarnos en el
camino de la vida. Yo he puesto esta información en Internet y miles han sido
entrenados de cómo compartir a Cristo con otros en cualquier situación.
Yo puedo ver claramente cómo Cristo ministra por medio de aquellos que son
entrenados, y El toca a los perdidos que se encuentran a lo largo del camino.
¡Durante todo el camino Jesús me
enseña a mi y me da Su plan de cómo enseñar a otros!
Lección Tres
Grupo de Discusión
1. Analice qué tipo de ministerio
tiene hoy Cristo en la tierra.
Estudio Bíblico
1. Encuentre ejemplos en el Nuevo
Testamento donde Jesús entrenó a otros. (Mr. 6:7; Mt. 20:28; Lc. 11; Mt.
13:1-9).
Tareas
1. A medida que usted camine entre la gente
permítale a Dios hacerle ver a la gente tal cuál El las ve. Deje que El use sus ojos y su corazón.